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Hace 3 meses
Un blog que analiza la calidad estilística de la blogosfera en castellano
Sábado, 6 de noviembre del 2010ÓSCAR TORAL / BarcelonaNo diga i griega, diga ye. El cambio de nombre de la penúltima letra del abecedario es una de las novedades más llamativas de la Ortografía de la lengua española aprobada esta semana por representantes de las 22 academias del idioma en San Millán de la Cogolla (La Rioja), cuna del castellano. Otra modificación significativa es que monosílabos ortográficos como guión y truhán perderán la tilde.Edición Impresa
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Información publicada en la página 29 de la sección de cv Sociedad de la edición impresa del día 06 de noviembre de 2010 VER ARCHIVO (.PDF)El director de la obra, Salvador Gutiérrez, declaró ayer a este diario que el propósito del texto es «favorecer la unidad del español a ambos lados del Atlántico». En este sentido, subrayó que la nueva ortografía —que no cambia normas sustanciales— es la «primera totalmente panhispánica», ya que en su elaboración han participado las academias de todas las áreas lingüísticas. En la anterior, publicada en 1999, estas sociedades solo dieron su aprobación.UNIDAD DEL IDIOMA / Precisamente al objetivo de reforzar la unidad del idioma obedece la decisión de unificar los nombres de las letras en toda la comunidad hispanohablante, integrada por alrededor de 450 millones de personas. Por eso la i griega pasará a llamarse ye, fórmula extendida al oeste del Atlántico y que el académico Gutiérrez defiende con convicción. «La denominación ye, que ya se utiliza en algunas partes de América, es más simple que i griega y refleja la pronunciación de la letra», explica. En esta línea, se fijan los nombres be, uve y ceta, por lo que formas como be alta, be baja y zeta quedarán al margen de la norma.La decisión ha suscitado sorpresa y algunas críticas, como la del reputado ortotipógrafo José Martínez de Sousa: «Llamar ye a la i griega es forzar a los hablantes a usar un nombre que les resulta extraño. Además, perseguir la unidad de la lengua es una quimera porque siempre habrá múltiples formas de utilizarla».En la nueva edición de la ortografía, las academias dan un paso más en la decisión adoptada hace años de no tildar el adverbio solo ni los pronombres demostrativos (este, ese, aquel...), incluso en casos de posible ambigüedad. Sin embargo, no se condena el empleo del acento gráfico si alguien prefiere utilizarlo.No habrá margen, en cambio, con los monosílabos ortográficos, como guión, fió, crié y truhán. La nueva obra establece que deberán escribirse siempre sin tilde, aun cuando esté consolidada la pronunciación bisílaba (gui-ón, fi-ó), como ocurre en España. Gutiérrez lo justifica: «Se trata de unificar grafías, y la pronunciación monosilábica es mayoritaria entre los hispanohablantes». Martínez de Sousa discrepa: «Si aquí pronunciamos guión en dos sílabas, lo razonable es mantener la tilde. Yo la seguiré poniendo».’QATAR’ SERÁ ’CATAR’ / Otros cambios son la eliminación de la letra q en palabras donde se usa de forma incongruente (Qatar pasará a ser Catar, y quórum, cuórum), y la catalogación de ex como prefijo, por lo que se escribirá junto a la palabra a la que acompañe (exministro, exmarido).«La ortografía es el único código común a todos los países hispanohablantes. Gracias a ella, podemos leer a Vargas Llosa, Borges y Delibes como si tuvieran la misma voz», subraya Gutiérrez. La publicación de la nueva obra, que los máximos responsables académicos ratificarán el próximo día 28 en Guadalajara (México), está prevista para antes de Navidad. Será un libro de más de 800 páginas que desarrollará las normas con abundancia de ejemplos.
El hombre que trabajaba, aquel día, en una mesa de despacho, es escritor, y se llama Julio Cortázar. Tiene cerca de sesenta años entonces, pero he dicho ya que, por la cara, no podríamos decir su edad. El trabajo es más bien rutinario, maquinal: corrección de unas pruebas de imprenta, las galeradas de una novela. Pero, todos los que escribimos lo sabemos: un trabajo de este tipo no es nunca un simple trámite de comprobación. Volviendo a leer las palabras, a veces no nos parecen lo suficientemente justas, son inexactas o, al contrario, insistentes. No puede haber repetición ni poquedad. A veces, es preciso que algún estímulo exterior nos ayude a no amodorrarnos, a no leer pasivamente, a no dejarnos llevar por la inercia. El hombre ha encendido, pues la radio. Todos lo boletines informativos hablan de la matanza que ha tenido lugar durante los Juegos Olímpicos de Munich. ¿Lo que el hombre siente ha de entrar, en cierto modo, en lo que escribe? Entra, al menos, en este caso. El hombre comprueba que los amos de la Tierra se permiten las más eficaces lágrimas de cocodrilo deplorando "la violación de la paz olímpica en estos días en que los pueblos olvidan sus querellas y diferencias". Las palabras no son de Cortázar; él las pone entre comillas. Y exasperado, abrupto pregunta luego: "¿Olvidan? ¿Quién olvida?". Es la pregunta de un moralista; una pregunta ética.